El ser humano tiende a confundir las cosas realmente esenciales de la vida. Y sólo repara en ellas cuando algo ocurre.
Creemos que somos nosotros los que enseñamos, pero quizá tengamos que aprender de ellos a recordar la ternura, la inocencia y poner el foco de nuevo en lo sentimental, olvidando los materialismos cotidianos.
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